Nada, nadie
calla mis palabras,
nadie podrá hacerlo
ni tan siquiera yo.
Porque si lo hago,
traicionaria aquello
por lo que vivo, y
no sería más que
un triste reflejo
de lo que no quiero ser.
Al igual que las mariposas
revolotean sin cesár,
la vida lo hace por igual, y
aquellos que saben
apreciar la palabra amistad,
sabrán tambien alegrar
sus mentes, por saber
de que esas mariposas,
pueden,
podrán quizás ser felices.
Si un día, ese día
en el que de nuevo la luna se cuele
por la ventana e ilumine a ambos
ahora, por fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario